Para Tatiana

viernes, 27 de mayo de 2011

Archivado con el hashtag 'Larvario': 94. Tenía nueve años cuando mi primo empezó a abusar de mí. Él tenía diecinueve. Me apartaba de la familia —casi siempre en reuniones o fiestas—, me encerraba en alguna habitación y me amenazaba. Hacía que me masturbara. Él nunca se tocó pero me decía, una y otra vez, lo sucia que era, lo poco que yo valía. Conocí el placer a la par del miedo y la angustia. Un día me puso un cuchillo en la garganta, pero no era un cuchillo, era una rastrillo que tomó del cuarto de baño de mi casa. Tampoco lo acercó a mi cuello. Lo que hizo fue ponerlo tan cerca de mi sexo que sólo pude temblar y llorar en silencio. Él hundía ese brazo reluciente y frío de madera oscura, entraba en mi carne con las fauces de miles de insectos, ocultaba sus larvas bajo tierra. Desde entonces todo crece en mí con mayor vigor. Ahora sólo quiero volver a ser esa niña. Tengo la necesidad de esta violencia, nadie me la puede arrebatar. Mi genitalia ya es la del escarabajo: un cuerpo extraño por el que no corre la sangre tibia del animal. Puedes hacer de mí lo que quieras. Puedes golpearme.

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