Para Tatiana

jueves, 19 de mayo de 2011

Archivado con el hashtag 'Larvario': 98. En esa azotea de tu infancia —en la que pasabas horas esperando a tu madre— no sólo descubriste cierta vocación de suicida, también adquiriste el placer sexual. Orinabas al aire libre, defecabas en ese pequeño frasco que después ocultabas, jodías contigo mismo. No podías imaginar el cuerpo de la mujer, no lo conocías, pero sí identificabas cierto aroma, sí podías recordar como golpeabas en el rostro a la niñita que te seguía, a pesar de todo, como una perra fiel e incapaz de mostrar los dientes. Subías todos los días durante la tarde, esperabas a que empezara a anochecer. Eras un predador hambriento y famélico. Nadie puede recordarte así, desnudo y tendido mirando al cielo. Nadie puede arrebatarte ese goce.

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